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Foto de Triunfo Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
UN POLICÍA VUELVE MIERDA HASTA EL DÍA MÁS HERMOSO
Acabábamos de dejar la Clínica Medical Duarte, en cuya Unidad de Cuidados Intensivos pasé una semana conectado a diversos aparatos, y regresábamos a casa, regocijados, con un mediodía luminoso, sin sospechar la desgracia: un policía en Los Acacios, uno de esos que no tienen madre, uno de esos que no serán en toda la vida más que pinches policías, bultos de veneno y resentimiento. Buscó de dónde agarrarse para jodernos. René llevó el carro a la revisión mecánica y le hicieron falta tres puntos para pasar. Le dieron plazo de diez días pero al policía le valió mierda. Nos multó como si no hubiéramos llevado a revisar el auto. ¿Quién razona con un policía? ¿Quién razona con un uniforme? Estos tipos no piensan por sí mismos sino como institución.
En otra situación se saca un billete y todo queda arreglado. De eso viven, en realidad. Por eso mismo joden. Asustan al ciudadano, dramatizando la situación, y luego se pasa a la etapa del arreglo o soborno o mordida. Pero acá el abuso policíaco era obvio.
Le enseñé las numerosas puyadas de mis brazos y dijo que no tenía nada ver. En su estrecho pensamiento, por supuesto. ¿Cómo se le explica a un tipo de estos que al jodido no hay que joderlo? La droga pasa sin problema, con arreglo monetario de por medio, y los bandidos se mueven sin tropiezos.
Pero al ciudadano hay que joderlo.
Viajaba sin zapatos porque me dieron de alta por sorpresa. En piyama y sin zapatos, les dije de todo y ahora me sorprende que no me detuvieran. Luego René explicó que el policía quería inmovilizar el auto. No lo hizo porque René accedió a borrar un video. El policía no dejó ver su nombre ni su número. De hecho ni se les ve el rostro.
Malparidos.
O como dijo Gustavo Bolívar, el que no será presidente “Cerdos policías”.
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