El fin del mundo René Magritte |
Triunfo Arciniegas
NOTICIAS DEL FIN DEL MUNDO
30 de marzo de 2024
Del fin del mundo sabíamos hasta la hora. No había nada que hacer. Así que nos quedamos en casa, sin dramatismos, contemplando el vacío en absoluto silencio. Primero fueron los truenos y los relámpagos y luego vimos la lava que descendía de las montañas, humeante y roja, como una serpiente. Llegó a las calles e invadió las casas. Cambiábamos de cuarto para evitar que nos devorara. En el último segundo, una pareja de japoneses saltó de un cuarto invadido. Habían estado mirando por una ventana sin advertir que la lava venía por otro lado. Los sostuvimos de sus ropas para mantenerlos a salvo.
La naturaleza nos concedió una tregua y salimos a recorrer los escombros. Habían descubierto numerosas cuevas que conducían a unos abismos sin fondo. Ya estábamos dentro de una, como si nada, porque en los sueños no hay respeto por el espacio ni el tiempo ni la coherencia. En este caso, no había olores ni gases mortales. Ni toses ni lágrimas. ¿La lava se enfrió de un momento a otro? ¿Cómo atravesamos las calles? No tengo memoria. ¿Nadie murió? No se veían cuerpos. ¿Era o no era el fin del mundo?
Las preguntas surgen en la vigilia. Nadie parece extrañado durante los sueños. Soñando, nunca me he preguntado si estoy en un sueño.
Aleteamos para mantener el equilibrio en el terreno pedregoso de la cueva y nos asomamos a las profundidades. Arrojamos piedras que no hicieron ningún ruido. Siguieron cayendo sin encontrar el fondo.
La lava demoraría una eternidad en llenar semejantes abismos. Nos atuvimos a eso. Sabíamos que la lava volvería a aparecer.
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