Emma Cline
Fleur Jaeggy
Para mí el antídoto para el caos puede ser la búsqueda de la suavidad en lo que leo: libros que asumen pocos riesgos, libros con penurias leves. Pero el alivio también puede proceder de una escritura tan hábil y fluida que me permite caer completamente rendida ante el mundo que se aloja en el libro. Últimamente, ese ha sido el caso con Los hermosos años del castigo de Fleur Jaeggy (1989). Una novela corta e implacable cuya acción se sitúa en un internado en Suiza, y cuyos aires de claustrofobia surrealista me consumieron tanto que me distrajeron de mis propias circunstancias claustrofóbicas.
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