Shakira y Jennifer Lopez |
SIN REMORDIMIENTOS
Incomodan sus culos: sus redondos, rebotantes, vibrantes, sólidos, gloriosos culos que mueven sin remordimientos dos mujeres mayores de 40 años, madres e iconos de la música latina y global por sus propios méritos. No incomodan únicamente por ser reyes en el imperio contemporáneo de la nalga, donde hay quienes pagan miles de dólares por implantes para alcanzar un fondillo deluxe; incomodan porque con su presencia hablan de todo aquello que es más cómodo ignorar. Esos nalgatorios hablan de la música afrocaribeña —Shakira bailó champeta y JLo perreó con J. Balvin—; incomodan porque sosteniendo las caderas líquidas nos recuerdan la mezcla que somos, la herencia árabe y la historia imperial, esclavista y dolorosa que les subyace. Molestan esos culos bilingües, propios de una sensualidad atada a una cultura que le resulta tan ajena e intimidante al espíritu puritano inscrito en la fundación de Estados Unidos. Incomodan esos culos desafiantes porque, aún batiéndose de lado a lado, no dejan de recordarnos que el sueño americano ha sido un fracaso para tanta gente y que Puerto Rico —su colonia más vieja y olvidada— va a seguirle gritando desde su entraña y en un español tan regional como el de Bad Bunny. O quizás, además de todo esto, lo que más incomoda es que contra todo esfuerzo de resistencia, ahí, en el epicentro de la metáfora más elocuente de la mentalidad imperial —el fútbol americano, donde se avanza conquistando terreno llevándose lo que sea por el medio—, dos cuerpos de mujeres latinas tienen el poder de hablar en un lenguaje que no conocen, el lenguaje del Caribe, la insoportable plenitud de la nalga.
¿Por qué incomodan los culos de Jennifer Lopez y Shakira?
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