Hay que decir que Virgilio, primero en Revolución y después en Lunes, no sólo encontró su nicho, sino que por primera vez en su vida pudo vivir de lo que escribía. Es decir, era, a pesar de las persecusiones que sufrió en el pasado, un verdadero profesional. En Lunes tuvo luego una sección para él solo ( "A partir de cero"), y más tarde fue editor de Ediciones R, que fundó Lunes en 1960. Virgilio era querido por todos en Lunes y en el área de Revolución que importaba, como eran Franqui y Mateo. Franqui, inclusive, se arriesgó a ir a la cárcel y trató de hacer ver a Virgilio que en Cuba peligraba no sólo su trabajo sino también su libertad. Ocurrió en París en 1965, en la pobre habitación de un hotel de tercera en la Porte Maillot, y yo estaba presente. Cuando Franqui le dijo que iban a realizarse redadas de homosexuales que dejarían bien atrás a "La Noche de las Tres Pe" (putas, proxenetas y pederastas), Virgilio se echó a llorar y le comentó que no podía vivir fuera de Cuba, que ya lo había intentado cuando era joven y no pudo, menos podría ahora de viejo. Y regresó a Cuba, no a las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), pero sí a un destino peor que la muerte para un escritor: el olvido.
Carlos Espinosa Domínguez
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