miércoles, 9 de abril de 2025

¿Por qué los dinosaurios no desarrollaron inteligencia como la humana?

 


¿Por qué los dinosaurios no desarrollaron inteligencia como la humana?

Esta pregunta, que parece profunda, en realidad revela un error común sobre cómo funciona la evolución. No, los dinosaurios no “fallaron” en crear civilización. Tampoco “perdieron el tiempo” durante los más de 160 millones de años que dominaron el planeta. Pensar eso es caer en el antropocentrismo, creyendo que la evolución gira en torno a nosotros y que la inteligencia humana es el objetivo final del proceso.

Pero la evolución no tiene metas. No busca crear seres inteligentes, ni más grandes, ni más fuertes. Solo selecciona a los organismos más eficaces para sobrevivir y reproducirse en su entorno. Si una especie cumple con eso, ya es un éxito evolutivo. No importa si construye cohetes o si vive enterrada bajo tierra.

Algunas criaturas, como cocodrilos, tiburones, celacantos o cucarachas, han cambiado muy poco en millones de años. ¿Por qué? Porque siguen funcionando. La evolución no cambia lo que no necesita cambiar.

Y no, los dinosaurios no eran tontos. Algunos terópodos, como los dromeosáuridos y troodóntidos, tenían cerebros grandes en proporción al cuerpo y sentidos agudos. Se cree que podrían haber tenido comportamientos complejos, similares a los de muchas aves modernas. Recordemos que cuervos, loros y cacatúas son capaces de resolver problemas, usar herramientas e incluso planificar. Y todas ellas son dinosaurios vivos. Las aves no solo descienden de los dinosaurios: son un grupo más dentro de ellos.

Mientras tanto, nosotros, los “inteligentes”, llevamos apenas unos miles de años sobre la Tierra y ya hemos contaminado océanos, alterado el clima, destruido hábitats y empujado a miles de especies a la extinción. Hemos creado tecnología impresionante, sí, pero también estamos poniendo en riesgo nuestra propia existencia. ¿Eso es inteligencia? ¿O una trampa?

La idea de que somos la cima de la evolución es una ilusión antropocéntrica. En realidad, la evolución es un proceso ciego, sin metas, sin dirección ni propósito moral. No existe “más” ni “menos” evolucionado. Solo organismos que funcionan en su ambiente.

Este tipo de visión teleológica (pensar que la evolución "apunta" a algo) es un error típico en discursos creacionistas y negacionistas. A veces disfrazan esa pregunta de curiosidad, pero en el fondo es una forma de reafirmar la idea de que el ser humano es especial, elegido o parte de un diseño divino.

La ciencia es clara: la evolución es ciega, sin metas, sin moral, sin progreso en el sentido humano del término. Y eso no la hace menos fascinante. Al contrario: la hace brutal, hermosa y profundamente real.

ANIMALES PREHISTÓRICOS / FACEBOOK



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