Martín Amis
SOBRE EL PLACER EMBRIAGADOR DE ESCRIBIR
Quizá lo veo claro porque la literatura nunca me ha parecido una forma inusual de ganarme la vida o de emplear el tiempo. En cambio, tengo amigos como Julian Barnes, hijo de maestros, o Ian McEwan, hijo de militar, que deben de emborracharse de vanagloria cada vez que se sientan frente a la máquina de escribir y piensan: me gano la vida gracias a que lo que pienso tiene un interés universal, o por lo menos semiuniversal, o cuando menos interés suficiente para pagar el alquiler. Debe de ser una sensación extraordinariamente gratificante. Me costaría mucho no sucumbir a ella, creo yo. Nunca he sentido ese placer embriagador, aunque quizá tampoco haya sufrido. Simplemente, escribir me ha parecido una forma muy natural de proceder con mi vida, y no me he sentido único en absoluto. Para mí todo es una cuestión de percepciones, de percepciones de la vida o de la naturaleza humana, o del aspecto que tiene algo o de cómo suena algo. Poner dos o tres de esas cosas en la página de un cuaderno: de eso se trata en realidad. Recoger las bastantes como para animar todas las páginas de una novela, como si fueran luz. Es impreciso decir que son formulaciones brillantes. Hace falta una denominación más tosca, algo así como "gotitas de originalidad", cosas que son esencialmente tuyas y que son tú. Si muero mañana, en fin, al menos mis hijos, que están viniendo hacía aquí en este mismo momento, al menos ellos tendrán una muy buena idea de cómo era yo, de cómo era mi mente, porque podrán leer mis libros. De manera que quizá haya un principio inmortalizador en funcionamiento, aunque sólo sea para tus hijos. Aunque hayan olvidado cómo eras físicamente, nunca podrán decir que no supieron cómo era su padre.
Martin Amis. Entrevista por Francisca Riviere (1998). The Paris Review.
Traducciones de M. Belmonte, J. Calvo, G. Fernández Gómez y F. López Martín.
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