Ilustración de Luis Scafati |
Juan Manuel Roca
KAFKA EN LENGUA NECROSADA
Escuché en un programa radial palabrejas y expresiones exhibidas como credenciales de cultura, pronunciadas con esmero. La más repetida es la palabra para quien suponen autónomo y califican de "empoderado" o de "empoderada", lo que denota un “arribar a”, un “llegar a”. Señalan de manera tácita una suerte de anhelado escalamiento social. Esa lengua baldía se ha tomado casi todos los medios.
Intentaré traducir a esa lengua la primera parte de “La Metamorfosis”:
Cuando Gregorio Samsa "aperturó" sus ojos se vio "reinventado" en un ser con algo de insecto pero con algo de "entidad sentipensante". No se puso "resiliente", tampoco le agradó que una vil cucaracha se "empoderara" de su mente. Ni de su "espacio habitacional". Era como si se hubiera acostado siendo un agente viajero y hubiera amanecido siendo un "habitante de calle".
Se veía forzado a salir de su "zona de confort". Miren que "reasumirse" o "reinventarse" como bicho sin "experticia" no resulta fácil. Su caso no merecía "aperturar" un juicio o seguirle un prontuario a la realidad. Gregorio sintió esa mañana que estaba a punto de entrar en "situación vulnerable,", en "situación de calle". Y no miró con "empatía" su espejo.
"Desempoderado" de su armazón humana, de la dictadura de sí mismo y de una familia de dudoso "estrato", aceptó a regañadientes su "constructo", pero al rato falleció. Sus padres llamaron con diligencia a los "servicios exequiales". A pesar de que el dolor era genuino regresaron sin remedio a su "zona de confort" en un barriecito desabrido de Praga.
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