Triunfo Arciniegas
MULETEANDO
16 de enero de 2019
Dos meses después del accidente y con los mismos ochenta kilos, más los 23 gramos del alma. No ha sido fácil.
La foto me hace acordar del título de una novela que no se ha vuelto a editar: La soledad del corredor de fondo. Aunque más razonable sería decir La tortuga en el país de los conejos.
Al fondo, a la izquierda y como cosa rara, un remate paisa: están en todas partes. Como el fútbol y la música vallenata, qué horror. A la derecha, en primer plano, unos adornos navideños, algo trasnochados a estas alturas. El muñeco parece un ahorcado, vivo retrato del lento e interminable enero.
Es jodido muletear: los huecos y la humedad, la altura y los desniveles de las aceras, la prisa de los conductores y el descuido de la gente en general.
La ciudad no es para viejos ni paralíticos. O como dicen ahora, discapacitados. La ciudad es para vivir de prisa y casi sin pensar, un caos de gente y máquinas. Todo mundo corre. O uno va a su frenético ritmo o se aparta.
Pelea o muere, como publicidad cinematográfica. Es la sentencia.
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