Alberto Moravia
EL PLACER DE LAS COSAS PROHIBIDAS
Y en seguida me dije que había llegado al extremo de contemplar la desnudez de mi mujer a escondidas, con el placer de las cosas prohibidas, como el muchachito que espía por las rendijas de una caseta de baño.
Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 114
Traducción de Attilio Dabini
Traducción de Attilio Dabini
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