sábado, 30 de junio de 2018

Casa de citas / Pierre Louys / Las mujeres



Pierre Louys
LAS MUJERES


Las mujeres se golpean mal y peligrosamente. No conocen el puñetazo que derriba, pero sí el arañazo que desfigura o el alfilerazo que ciega. Me dan miedo.


Pierre Louys
La mujer y el pelele
Marenostrum, 2012, p. 69




Casa de citas / Pierre Louys / Mujer decente


Ilustración de Malika Favre


Pierre Louys
MUJER DECENTE


A fin de cuentas, hasta es una mujer decente. No ha tenido más de cuatro o cinco amantes; lo cual, en la época en que vivimos, es una especie de castidad.

Pierre Louys
La mujer y el pelele
Marenostrum, 2012, p. 59


jueves, 28 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / Los personajes


Dostoievski

Alberto Moravia
LOS PERSONAJES
Traducción de Alberto Varo


El gran control de los personajes era uno de los defectos de Dostoievski, que es mi maestro. Ocurre, a veces, que se nota una simetría preconcebida. Es, sobre todo, el defecto de Los hermanos Karamazov. Se nota demasiado la mano del autor, que desplaza a los personajes para su placer. Yo debo también luchar contra este peligro. Noto que los personajes se hallan a mi merced y que podría hacer con ellos lo que quisiera. Es una especie de voluntad de poder del escritor que, por el contrario, debería mostrarse humilde ante sus personajes. Convendría acercarse a una realidad no con ideas, sino con simpatía. Cada vez que lo hago, escribo cosas buenas. Cada vez que he construido un personaje o una situación a partir de una cierta lógica, el resultado se ha mostrado mediocre.


Alberto Moravia 
El rey está desnudo: Conversaciones con Vania Luksic
Barcelona, Plaza & Janes, 1982, pág. 149. Traducción de Alberto Varo




miércoles, 27 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / El monstruo que fuimos




Alberto Moravia
EL MONSTRUO QUE FUIMOS
"El monstruo redondo"

Leía a Platón hace unos veinte años, cuando era estudiante y estaba a punto de licenciarme en Medicina. De aquella lectura he retenido, sobre todo, la fábula del andrógino, según la cual, en los orígenes de la Humanidad hubo un monstruo redondo, con dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas, dos culos y dos sexos. Preocupado por la vitalidad del monstruo, Zeus decidió debilitarlo y lo partió en dos mitades exactas, de la misma forma que -dice Platón- se divide un huevo duro con una cortante cerda. Desde entonces, estas mitades, la una de sexo femenino y la otra de sexo masculino, van por el mundo, inquietas, buscando la mitad del sexo distinto que las complete y así le permita reconstruir el monstruo redondo de los orígenes.

Alberto Moravia
¡Boh!
Barcelona, Plaza & Janes, 1976, p. 13



martes, 26 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / La nostalgia del paraíso

Ilustración de Nibaldo Guerra Figueroa


Alberto Moravia

 LA NOSTALGIA DEL PARAÍSO




Desideria: Me contempló largamente, y luego, como atacado por vértigo, poco a poco, inclinó el busto y la cabeza hacia mi regazo. Pero la lentitud de la caída me indujo a engaño sobre la naturaleza del vértigo que la provocó. Esperaba un contacto dulce y gradual; mas, por el contreario, de repente la dulzura se trocó en furor; su frente chocó duramente contra el hueso de mi pubis, con una violencia rabiosa e impotente, como de quien sabe por anticipado que su deseo no puede ser escuchado.

Yo: ¿Y luego?

Desideria: Por lo general, en el amor oral, uno solo de los amantes experimenta el placer físico directa y corporalmente; el otro extra su gozo de la conciencia de provocar el placer de su compañero. Pero, como pude darme cuenta inmediatamente, en el caso de erostrato y de mí no era así. Comprendí que Erostrato no buscaba su propio placer, aunque fuese a través y por medio del mío, sino alguna otra cosa cosa que no acertaba a definir.

Yo: Trata de definirla.

Desideria: Algo oscuro y doloroso, desesperado e imposible. Luego él, sin interrumpir el beso, empezó a gemir con un extraño lamento, como por un deseo justo y profundamente sentido que, sin embargo, se sabe de antemano que no puede ser satisfecho. Entonces, finalmente, comprendí.

Yo: ¿Qué comprendiste?

Desideria: Comprendí que gemía como quien se encuentra expuesto al frío, al miedo, al desconsuelo y a la soledad, llama a una puerta y no se le abre. Quería penetrar dentro de mí, no ya a la manera del amante, sino como penetraría o, mejor dicho, volvería a entrar, si fuese posible, un recién nacido que se negase a vivir y quisiera volver de nuevo al interior del vientre materno y regresar hacia atrás, atravesando toda la serie de transformaciones a cuyo través pasó antes de nacer, antes de convertirse en embrión, en germen, en nada. Como ya he dicho, este significado acudió a mi mente cuando, tras haber chocado su frente contra el pubis, precisamente como quien llama, frenético, contra una puerta que permanece cerrada, empezó a gemir. En efecto, no era en realidad un gemido de placer, aunque indirecto y mediano, sino un lamento de fúnebre nostalgia, de oprimente aspiración.

Alberto Moravia
La vida interior
Barcelona, Plaza & Janes, 1979, pp. 205 - 206
Traducción de Juan Moreno


Casa de citas / Alberto Moravia / Recuerda que soy virgen

Alberto Moravia

 RECUERDA QUE SOY VIRGEN




Yo: ¿Por qué me describes tan detalladamente los movimientos de su mano?

Desideria: Para darte la impresión de mi perplejidad o, si quieres, de mi curiosidad. Su alusión tan insistente al amor a tres había traído a mi memoria la escena que había sorprendido, sin quererlo, en el dormitorio de Viola. Este recuerdo, y el de la obsesión sodomítica de Tiberi, me habían hecho pensar en que cada hombre (y, naturalmente, cada mujer) tiene un lenguaje erótico propio, al que no puede escapar y no puede variar en ningún caso más de cuanto puede variar la lengua nativa. Así, ahora me preguntaba cuál sería el lenguaje de Erostrato conmigo y de qué precisa comunicación original era su insignificante introducción la caricia casual y genérica de la mano.

Yo: ¿Qué ocurrió luego?

Desideria: Estaba de pie, muy apretada contra él, con el vestido levantado por delante y cayéndome por detrás sobre las pantorrillas. Me sentía en desorden, embarazosa. Entonces hice con varias manos el ademán de tirarme hacia arriba de la falda para desnudarme por completo. Pero él me detuvo con dulzura, y luego, con un empuje gradual, me hizo retroceder hasta la cama y me tumbó boca arriba en la misma. Temiendo que hubiese olvidado mi recomendación, le dije: 

—Recuerda que soy virgen y que quiero seguir siéndole.

Respondió, cabizbajo: 

—Puedes estar tranquila.

Tranquilizada, incliné la cabeza hacia los hombros y lo observé con curiosidad mientras me manipulaba para prepararme al amor, con movimientos rápidos, pero exactos y llenos de un curioso aire de devoción, exactamente igual que un sacerdote que prepara apresuradamente un altar improvisado, antes de celebrar en él el rito.

Yo: ¿El rito?

Desideria: Se trataba precisamente de un rito. Lo comprendí no sólo por la reverencia de los gestos con los que me acomodaba, sino también por el hecho de que cuando, finalmente, me tuvo completamente desnuda de la cintura para abajo, con el vestido cuidadosamente doblado sobre el vientre y las piernas completamente abiertas, se arrodilló ante mí y, durante un momento que me pareció interminable, se dedicó a una especie de contemplación casi religiosa.

Yo: ¿Contemplación?

Desideria; Sí, tanto que por un momento esperé que juntase las manos y se pusiera a rezar, como hace un fiel antes el símbolo de su religión.

Yo: Pero, ¿qué religión? Quiero decir de qué modo ésa que tú llamas religión era distinta de la análoga religión, pongamos por caso, de Tiberi.

Desideria: ¡Oh, era una religión completamente distinta! Tiberi se había comportado como quien, frente a una puerta cerrada, trata de echarla abajo para entrar en casa, llevar la devastación y salir de ella lo más pronto posible. Por el contrario, Erostrato quería sólo llamar a la puerta, esperaba que se le abriese y se hacía la ilusión de poder permanecer en casa para siempre.

Alberto Moravia
La vida interior
Barcelona, Plaza & Janes, 1979, pp. 204 - 205


lunes, 25 de junio de 2018

Casa de citas / Schiller / La fantasía



Johann Christoph Friedrich von Schiller
LA FANTASÍA



Sólo la fantasía permanece siempre joven; lo que no ha ocurrido jamás no envejece nunca.


Casa de citas / Alberto Moravia / La soledad




Alberto Moravia
LA SOLEDAD

Después miré el cuarto y tuve una sensación extraña, de una precisión angustiosa: la separación ya se había producido, y mi soledad ya había comenzado.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 109


domingo, 24 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / Un dolor más antiguo




Alberto Moravia
UN DOLOR MÁS ANTIGUO

No sabía muy bien por qué lloraba: quizá no solamente por la ruina de mi vida, sino también por un dolor más antiguo, que nada tenía que ver con Emilia y su decisión de dejarme.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 110


Casa de citas / Alberto Moravia / Fantasmas




Alberto Moravia
FANTASMAS

El mediodía es la hora de los fantasmas.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 204




sábado, 23 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / El placer de las cosas prohibidas





Alberto Moravia
EL PLACER DE LAS COSAS PROHIBIDAS

Y en seguida me dije que había llegado al extremo de contemplar la desnudez de mi mujer a escondidas, con el placer de las cosas prohibidas, como el muchachito que espía por las rendijas de una caseta de baño.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 114
Traducción de Attilio Dabini

Casa de citas / Alberto Moravia / Como un árbol arrancado de cuajo





Alberto Moravia
COMO UN ÁRBOL ARRANCADO DE CUAJO

Sentía un dolor sordo, que parecía surgir del mismo fondo de mi ser, como un árbol arrancado de cuajo lo sentiría en las raíces que lo sostenían erguido sobre la tierra. En realidad, me habían arrancado de golpe y, como el árbol, tenía mis raíces al aire, y la dulce tierra, Emilia, que las había alimentado con su amor, estaba lejos de mis raíces, y estas raíces ya no podrían penetrar y hundirse en aquel amor y alimentarse, y se secarían poco a poco, y yo notaba que ya se estaban secando, y sufría de un modo indecible.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 196
Traducción de Attilio Dabini

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Lumen, 1991, p. 194
Traducción de Enrique Mercadal



viernes, 22 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / Así



Alberto Moravia
ASÍ

Me sentía tan imbécil como el lisiado que intenta dar unos pasos de baile.

Alberto Moravia
El desprecio
Barcelona, Lumen, 1991, p. 102

Casa de citas / Alberto Moravia / El abrazo


Alberto Moravia
EL ABRAZO


Y casi con la esperanza de provocar en ella un sentimiento afectuoso, renovando el viejo gesto que en otro tiempo preludiaba el amor, le solté la muñeca y le abracé las piernas. Ella llevaba una falda larga y muy amplia, plisada, y al abrazarla noté cómo se ceñía alrededor de sus piernas, hermosas y rectas, musculosas y duras, como el abundante velamen de una nave contra el mástil. Entonces la deseé, de una forma casi dolorosa por lo imperioso del deseo y por la sensación de desesperada impotencia que lo acompañaba.

Alberto Moravia
El desprecio
Barcelona, Lumen, 1991, p. 88

jueves, 21 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / Certidumbres




Alberto Moravia
CERTIDUMBRES

Es posible imaginar las cosas más desagradables, e imaginarlas teniendo la seguridad de que son ciertas. Pero la confirmación de esas suposiciones o, mejor dicho, de estas certidumbres, resultará siempre inesperada y dolorosa, como si uno no se hubiera imaginado nada.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 89

Casa de citas / Alberto Moravia / Aceptación




Alberto Moravia
ACEPTACIÓN

Acepté vivir como un hombre que lleva dentro de sí el malestar de una enfermedad amenazadora, pero que no se decide a recurrir al médico.

Alberto Moravia
El desprecio
Buenos Aires, Losada, 1956, p. 40

miércoles, 20 de junio de 2018

Casa de citas / Pierre Louys / Las cigarreras pobres


 Pierre Louys
LAS CIGARRERAS POBRES


Subimos. La casa era inquietante. En la primera puerta había clavada una tarjeta de mujer sin profesión. Encima, la de una florista. Al lado, un cuarto cerrado del que se escapaba un rumor de risas. Yo me preguntaba si aquella criatura no me llevaba a la más vulgar de las citas. Pero, en suma, la vecindad no significaba gran cosa; las cigarreras pobres no escogen su domicilio, y yo no gusto de juzgar a las gentes por el letrero de su calle.


Pierre Louys
La mujer y el pelele
Marenostrum, 2012, p. 84



martes, 19 de junio de 2018

Casa de citas / Pierre Louys / Cigarrera



Pierre Louys
CIGARRERA

¿Quién puede jactarse de haber dicho la última palabra con una cigarrera?

Pierre Louys
La mujer y el pelele
Marenostrum, 2012, p. 75


lunes, 18 de junio de 2018

Triunfo Arciniegas / Diario / Contracorriente



Triunfo Arciniegas
Contracorriente
18 de junio de 2018

Hasta hoy leí el mensaje que me dejó Abi García en el muro de Facebook: "Gracias por tener la valentía de navegar contracorriente, Triunfo".



La oposición a Petro me costó como 200 "amigos". No eran tan amigos, si se piensa bien, y mucho más ahora que disfruto del alivio: ya pasó la pelotera. Un mal menor, desde luego, la mayoría de estos supuestos amigos ni siquiera sé quienes son. 

Me dijeron de todo, hasta traidor. ¿Traidor? Jamás me ha simpatizado Petro, ni él como persona ni su política de socialismo y expropiación ni su delirante idea del salto al vacío, la misma que mantuvo hasta en el discurso de la derrota. Al contrario de tantos, puedo decir que me he mantenido firme. Desde antes del comienzo de la campaña aposté a un solo propósito, simple y elemental: que no ganara Petro. Otros dijeron que mejor me dedicara a escribir y otros que soy mal escritor. ¿En fin qué? Y los más ignorantes, que tengo cultura de Facebook. Ojalá conocieron mi biblioteca, para empezar. Pero, como sabemos, la costumbre es matar al mensajero.



Eliminé los insultos del muro, ni masoquista que fuera para leerlos cada vez que entro al Facebook.

Creo que lo más detesto de toda esta pelotera es la pretendida superioridad moral de algunos debido a su apoyo a un candidato. Y peor aún, si entramos en materia. Tipos que hicieron negocios y fortuna con los peores políticos de este país apoyaron a Petro y se las dieron de decentes. Pronto los veremos ejerciendo cargos y haciendo tratos con el gobierno que repudiaron. Hoy los vemos en un bando, mañana en otro.

Decencia y política, agua y aceite. 

No aspiro a ningún cargo ni lo necesito. No busco beca alguna. Como perfil mantuve durante las últimas semanas un letrero: "Petro no será su presidente. Ni el mío tampoco". Como ya no es necesario, lo cambié esta semana por una foto de la familia: dos de mis doce hermanos, mi hijo René, un par de sobrinos y mi padre. Parecen una banda de rockeros. Puro heavy metal: papá y mis hermanos son herreros. En fin, la familia es lo que queda. La familia es lo que importa. 

Vivo entre Pamplona y Cúcuta y todos los días veo venezolanos camino al exilio: familias destruidas por un catastrófico experimento político, el salto al vacío del chavismo. Todos los días. Duele ver en carne y hueso -más hueso que carne- tantas víctimas del socialismo del siglo XXI. Van por la orilla de la carretera con una botella de agua, arrastrando una maleta o apretando un bulto contra el pecho, sin saber dónde dormirán o qué harán si se enferman. Caminan hasta que no pueden más. Se tienden a la sombra de un árbol. De pronto alguien los socorre. La semana pasada vi gente en un Renault 12 blanco repartiendo comida. Un dato preciso: entre Pamplona y Cúcuta hay setenta kilómetros y un carro los recorre en hora y cuarto. Quien ahora haga ese trayecto, de día o de noche, puede cruzarse con cien o ciento veinte venezolanos camino al duro ejercicio del exilio. Cuando salgo a pasear el perro, a las tres o cuatro de la mañana, no es raro encontrar unos cuantos venezolanos amontonados en una esquina o caminando de un lado a otro para combatir el frío.

Sigo en casa, sigo con los míos. Nos hemos salvado del salto al vacío.

Gracias, Abi.







domingo, 17 de junio de 2018

Casa de citas / Alberto Moravia / Pasolini II

Pier Paolo Pasolini

Alberto Moravia
PASOLINI II



Moravia opina que la condición de homosexual y comunista de Pasolini influyó en su asesinato
.


VANIA LUKSIC: En el extranjero, Pasolini es conocido principalmente por sus películas.
ALBERTO MORAVIA: Es porque no se pueden traducir sus libros. Ante todo, nunca se pueden traducir los poemas. Baudelaire, traducido, no es ya Baudelaire. Por otra parte, los poemas de Pasolini están a menudo escritos en dialecto friuliano, lo cual los hace aún más intraducibles. En cuanto a sus novelas, constituyen una mezcla tal de italiano y de argot, un tal despliegue de capacidad filológica, que constituye la desesperación de los traductores.
Pasolini creía que el subproletariado podía salvar al mundo. Pero ocurrió algo que no había previsto: llegó la prosperidad. Y el subproletariado se precipitó a ella, como todo el mundo. Al ver que todos tendían a convertirse en burgueses, Pasolini quedó decepcionado. Siguió llevando la vida que le gustaba, rodando películas y frecuentando a los muchachos de mala vida de los arrabales. Cierto día, uno de ellos –en realidad, creo que se trataba de un grupo– lo mató.
VL.: ¿Por qué este asesinato? ¿Cree usted que había razones políticas?
M.: Fue y no fue un crimen político. Me explicaré: Pasolini era comunista y homosexual. Esto indignaba a los bienpensantes y a los burgueses, quienes creen que un comunista debe ser moral; un comunista homosexual, ¡es el colmo! En Italia, existe un prejuicio muy fuerte contra la homosexualidad. Los muchachos que lo mataron cometieron prácticamente un crimen obedeciendo una orden pública. Se sintieron autorizados a matar. En un país donde las personas cultivadas dicen que habría que quemar a los homosexuales, es normal que los muchachos de dieciocho años se sientan autorizados a uno de ellos.

Alberto Moravia 
El rey está desnudo: conversaciones con Vania Luksic 
Plaza &Janes, 1982, págs. 159-160