Alejandro Obregón, Sonia Osorio y Rodrigo |
Sonia Osorio
MI VIDA COMENZABA
Y TERMINABA CON ÈL
`Y TERMINABA CON ÈL
Él no era de regalos sino de grandes detalles, originales, muy humanos. Una vez me obsequió un argolla de indicio precolombino, con la condición de que me hiciera un hueco en la nariz para colgármela. Me regalaba cuadros, aunque no me gusta decirlo. Flores también, por ejemplo el día que nos casamos. Los testigos eran unos cubanos locos y, cuando terminó la ceremonia, me fui a reclamar el certificado para mandárselo a mi abuela. Se demoraron en entregármelo y, cuando volví, los tres se habían tomado toda la plata. Con los seis francos que sobraron, Alejandro le suplicó a una florista que le vendiera una florecita y se me presentó con ella. Yo lo quise más que a todo el mundo. Mi vida comenzaba y terminaba con él.
Camándula
Las mujeres de Obregón
Elektra, Bogotá, 1993, p. 40
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