Se conocían demasiado para experimentar a tales alturas los transportes de la posesión que conllevan al goce. Tan hastiada se sentía ella de él como fatigado él de ella. Esta era la realidad. Emma, en el adulterio, volvía a encontrarse con todas las monotonías e insuficiencias del matrimonio.
Gustave Flaubert
Madame Bovary
Editorial Bruguera, Barcelona, 1967, p. 293
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