miércoles, 5 de febrero de 2025

Triunfo Arciniegas / Nido de alacranes

 


EL NIDO DE ALACRANES DEL GOBIERNO DE PETRO

Más que La casa de los famosos o la sala de juntas de Ecomoda, donde al menos terminaban resolviéndose las cosas, la reunión del presidente Petro con los ministros y otros, es un nido de alacranes. Se sacan en directo los trapos y ojalá lo hagan con mayor descaro en el futuro para que se conozcan los guardados. Se llaman mentirosos y rechazan los recientes nombramientos de Sarabia y Benedetti. Se odian. Benedetti detesta a Laura Sarabia y supongo que es correspondido. Se odian. Gustavo Bolívar no soporta an Armando Benedetti.  Susana Muhamad y Augusto Rodríguez tampoco lo quieren. La difícil relación de la canciller Laura Sarabia  y la vicepresidente Márquez no es de comadres sino de dos muy poderosas rivales. Sarabia es la de los mandados millonarios, la que perdió millones de pesos  (el Pacto Histórico se distingue por mover gruesas sumas de dinero en efectivo) de misteriosa procedencia e impreciso destino, y la otra es la misma que vuelve a casa en helicóptero, se va de luna de miel a África y naufraga con un lujoso ministerio que sirve tanto como sus academias de suajili. La misma que tanto se conmueve con el sufrimiento del pueblo. Esa misma. Producción, música dramática, por favor. La banda sonora de “Tiburón”, si es posible.

Lo bueno del Consejo de Ministros es que ahora el chisme puede sustentarse con las propias palabras de los implicados. ¿Se imaginan que Benedetti comience a decir todo lo que sabe? Pie de página: “Nos hundimos todos, nos vamos presos”. Que importa. Con tal que el raiting se dispare.

Por su parte, al parecer, Petro, el que nunca agradece nada a nadie, los odia a todos. Nos recuerda al déspota Chávez humillando a sus subalternos. A todos menos a Benedetti, la alimaña que se alimenta de secretos presidenciales, y a Laura, el poder detrás del trono hasta el momento, y no tan detrás. La riña entre Benedetti y Sarabia va para rato y, ahora que volvió del dorado exilio, la va ganando el primero: se le vio sentado junto al presidente. Cómo cambian las cosas. O, mejor, vean el pregonado cambio.

Da risa ver al impuntual Petro reprochándole el retraso al subalterno. Da rabia verlo culpar a sus ministros como si nada tuviera que ver. El fracaso es del Gobierno de Petro, no de tal ministro o tal otro. Pero así es Petro. A veces parece que el Gobierno fuera una cosa y él otra distinta. ¿Qué tiene este personaje en la cabeza? Sus palabras caen en el absurdo: “Me da vergüenza. El presidente es revolucionario. El Gobierno, no”.

Y a falta de ministros, ahí están Duque y Uribe o doscientos años de historia O el imperialismo. Petro necesita con urgencia culpar a Trump de sus fracasos. Nada une más a un pueblo que un enemigo en común. Por eso está tan empeñado en esta pelea de tigre con burro amarrado. El tigre no solo se conerá al burro sino a cincuenta millones de colombianos. 

“Yo a usted lo amo, presidente”, declaró Bolívar de frente. ¿Será correspondido?  ¿A  quién le toca arrodillarse? ¿Quién pide la mano? Se desvanecen las luces y unos violines  endulzan el ambiente. Idílicas tomas de Panamá porque “el país de la belleza” no posee escenarios dignos de tal acontecimiento. La audiencia entra en trance y, mientras se encienden unas velas, por fin entiendo esa  cosa de “la política del amor”,

Nos vamos a comerciales.


4 de febrero de 2025





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