viernes, 22 de julio de 2022

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Con Nino


Triunfo Arciniegas
CON NINO EN LA VETERINARIA
20 de julio de 2022

Sigue enfermo mi gato. Le compré ropa para el frío extremo de estos días. La hace mi hermana Betty. Y por segunda vez en tres días he tenido que llevarlo al veterinario. Esta vez acudí a mi sobrina Milena, muy acertada, por cierto. Tan exitosa que tuvimos que esperar casi dos horas para que nos atendiera. Tenía en turno un perrito que hace unos días perdió una pata en un accidente en la carretera de La Mancha, otro que requería cirugía inmediata y otro con un tratamiento de belleza pendiente. ¿Tratamiento de belleza? Si son bellos de nacimiento.

Anoche Nino estuvo mejor, tanto que no me dejó dormir con su alegría.

La foto es muy cierta: es el gato de mi hombro. Así nos vemos, así nos entendemos. Hay una conexión mágica con este animal.

De noche me busca, se acomoda entre mi hombro y mi cuello y duerme. Parezco el árbol de sus sosiegos. Cata dormía sobre mi pecho, tan hermosa, tan dulce. Mío se me pega cuando me acuesto y me sigue por toda la casa. Vive pendiente.

En cuanto a la ropa, Nino apenas la soporta, como ciertas mujeres que conozco. Es capaz de desnudarse en menos de treinta segundos. Como ciertas amigas, qué barbaridad.

Con Mío, todo bien, por suerte. Le ha cedido los espacios del afecto a Nino. Sabe que requiere de cuidados. Se acerca y se me pega cuando Nino anda por ahí en otros asuntos.

No soy experto en gatos. Los adoraba literariamente. Siempre me han parecido animales absolutamente hermosos. Felinos, al fin y al cabo. Un perro nunca tendrá tal gracia. Mis páginas están repletas de gatos. Pero la convivencia es una experiencia tardía. Una bellísima experiencia. Aprendo tanto. Me gozo estas compañías. Pura magia, puros misterios que no termino de entender. Ya lo dije antes: cómo puede la gente vivir sin un gato. Me dirán que para eso están los perros. He tenido perros desde niño y sé que los gatos son otro cuento. Un perro se somete, un gato nunca, para empezar. Siempre pensé que era un perro dentro de un gato, y con el paso de los años, a medida que me vuelvo más salvaje, me siento más gato. Podría tener un tercer gato, pero no otro perro. Es posible que Toto sea el último.

Como bromean algunos, el perro es el mejor amigo del hombre, pero un gato nunca señalará dónde está la droga.

Puro amor salvaje.

Eso es lo mío.



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