Gabriel García Márquez |
Es una historia de los tiempos en que pasaba penurias, cuando todavía no había logrado vivir con solvencia de sus regalías como escritor.
Mis dos hijos, Rodrigo y Gonzalo le tienen temor a mis premoniciones. Un día en el comedor, después de haber peleado en la mañana palabra por palabra, se me ocurrió decirles que un día llegaría a la casa y tocaría la puerta un señor grande y mayor con una maleta negra en sus manos. Y que esa maleta negra estaría llena de billetes, y que con ese dinero les podría comprar todos los regalos del mundo, y que creyeran en el cuento porque si no creían no llegaría el señor de la maleta negra, pero que si creían, el señor de la maleta negra llegaría un día la casa, tocaría a la puerta, y entonces…
Cuando terminé Cien años de soledad, las cosas empezaron a cambiar. Nos marchamos a Barcelona. La editorial sudamericana (de Argentina), lanzó una primera edición de 10,000 ejemplares que se agotaron en la primera semana.
Un día me llamó un señor y me dijo que era el representante de la editorial que había comprado mis derechos, que tenía instrucciones de entregarme las primeras regalías, pero que no los podía dar en cheque sino en efectivo, que si deseaba me las podía consignar en la cuenta bancaria.
Entonces pensé: "¡Ahí está! Este es el señor de la maleta negra".
-Mire señor: le agradezco su llamada y su ofrecimiento. Si no tiene inconveniente, porque yo no tengo cuenta bancaria todavía, le pido el favor de que compre una maleta negra, meta el dinero allí y me lo traiga a tal dirección mañana después de las tres de la tarde, cuando los chicos hayan regresado del colegio.
A las 3:30 de la tarde estábamos todos, Mercedes, Rodrigo, Gonzalo y yo, almorzando en la casa.
Suena el timbre. Les pido a mis dos hijos que abran la puerta, y les digo que estoy seguro de que ese es, por fin, el señor de la maleta negra.
-Fue la locura. Al abrirla, los billetes no cabían, se desparramaban, jamás habíamos visto tantos billetes juntos.
Los hijos no se recuperaban de su asombro ni de tanta alegría.
-Hoy cuando les digo que va pasar tal cosa tiemblan. Están seguros de que así sucederá.
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