Alberto Salcedo Ramos
Alberto Salcedo Ramos
UNA DOSIS DE OLVIDO NO SE LE NIEGA A NADIE
Sin anunciarse previamente por whatsapp, sin sentir que me invade la privacidad (como suele suceder en estos tiempos), Juan José Hoyos me llama por teléfono.
Sin preguntarme por qué me llama, ni por qué no me avisa antes por whatsapp (como suele suceder en estos tiempos), yo le respondo el teléfono.
Además, me pongo contento.
Además, se pone contento.
Entonces empezamos a echarnos cuentos de todo calibre: largos, cortos, viejos, nuevos. Reímos, citamos frases, recordamos a colegas del pasado. En este punto yo le digo que llevo dos meses revisando periódicos viejos. Hacer esto -- le digo -- es como pasearse por un museo del olvido: ¿Dónde quedó este Fulano que escribía tan bonito? ¿En qué hora desapareció aquel Mengano que conseguía detalles asombrosos para sus historias?
Juan José interviene:
-- No vayás a creer, güevón, que a nosotros también no nos van a olvidar.
-- Por supuesto que lo sé. En este viaje una dosis de olvido no se le niega a nadie.
Seguimos con la cháchara.
De pronto miro el reloj: una hora de conversación.
¿Una hora de conversación telefónica en estos tiempos de emoticones?
¡Qué viejos nos estamos poniendo, Juan José!
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