miércoles, 17 de febrero de 2021

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Foto de Triunfo Arciniegas


Walter Tevis
ESE JUEGO


Todos los martes, la señorita Graham, después de aritmética, enviaba a Beth abajo con los borradores. Se consideraba un privilegio, y Beth, la más pequeña de la clase, era la mejor estudiante. No le gustaba el sótano. Olía rancio, y el señor Shaibel le daba miedo. Pero quería saber más sobre aquel juego que jugaba solo en aquel tablero. Un día se acercó y se detuvo a su lado, esperando que moviera una pieza. La que estaba tocando era la de la cabeza de caballo en un pedestal. Un segundo después él la miró con gesto irritado.
-¿Qué quieres, niña? -dijo.
Normalmente ella huía de cualquier encuentro humano, sobre todo con los adultos, pero esta vez no retrocedió.
-¿Cómo se llama ese juego? -preguntó.
Él la miró.
-Deberías estar arriba con las demás.
Ella lo miró a la cara. Había algo en este hombre y en la firmeza con la que jugaba a este misterioso juego que la ayudó a aferrarse a lo que quería.
-No quiero estar con las demás -respondió-. Quiero saber a qué está jugando.
Él la miró con más atención. Luego se encogió de hombros.
-Se llama ajedrez.
***
Una bombilla pelada colgaba de un cable negro entre el señor Shaibel y la caldera. Beth tenía cuidado de no permitir que la sombra de su cabeza cayera sobre el tablero. Era domingo por la mañana. Tenían clase de catequesis arriba en la biblioteca, y ella había levantado la mano para ir al cuarto de baño y luego bajó aquí. Llevaba de pie mirando al bedel jugar al ajedrez diez minutos. Ninguno de los dos había hablado, pero él parecía aceptar su presencia.
El bedel observaba las piezas durante minutos seguidos, inmóvil, como si las odiara, y luego extendía la mano, tomaba una por la parte superior con las yemas de los dedos, la sostenía un instante como si fuera un ratón muerto por la cola y la colocaba en otra casilla. No miró a Beth en ningún momento.
Beth seguía de pie con la sombra negra de su cabeza sobre el suelo de hormigón a sus pies y miraba el tablero, sin apartar los ojos, pendiente de cada movimiento.

Walter Tevis
Gambito de dama
Alfaguara, 2021, pp. 16-17
Traducción de Rafael Marín

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