Ilustración de Triunfo Arciniegas |
Peter Handke
Biografía
MADRE V
La mañana del entierro me quedé largo rato solo con el cadáver en el cuarto. Por una vez coincidía mi sentimiento personal con la generalizada costumbre de velar a los difuntos. Incluso el cuerpo muerto me dio la impresión de estar terriblemente solo y necesitado de amor. Pronto sentí de nuevo el aburrimiento y miré el reloj. Me había propuesto permanecer junto a ella por lo menos una hora. Debajo de los ojos tenía la piel muy arrugada, en la cara todavía había gotitas del agua bendita con la que había sido ungida. Las tabletas le habían hinchado ligeramente el vientre. Comparé las manos cruzadas sobre su pecho con un punto fijo lejano, para ver si, a pesar de todo, respiraba. Ya no tenía arrugas entre el labio superior y la nariz. El rostro se había tornado hombruno. A veces, después de observarla mucho rato, no sabía en qué pensar más. Entonces el aburrimiento llegó a su punto culminante y únicamente me quedé de pie, divagando al lado de la muerta. Pero, a pesar de ello, cuando pasó la hora, no quise salir y me quedé en la habitación con ella, dejando que el tiempo transcurriese.Peter Handke
Desgracia indeseada
Barcelona, Barral Editores, 1975, p. 86
DE OTROS MUNDOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario