Mujer triste Kingman Eduardo |
Peter Handke
Biografía
MADRE III
Se volvió insensible, no se acordaba de nada más, ni siquiera reconocía ya los objetos habituales de la casa. A su regreso del colegio, el hijo menor encontraba sobre la mesa, cada vez con más frecuencia, papelitos donde ponía que se había ido a dar una vuelta, que debería hacerse bocadillos, o ir a comer a la casa de la vecina. Estos papelitos, arrancados de una libreta de ahorro, se fueron amontonando en el cajón.
Ya no podía hacer de ama de casa. Amanecía con el cuerpo dolorido. Dejaba caer todo al suelo y ella misma quería dejarse caer junto con los objetos.
Las puertas le obstruían el camino; parecía que a su paso llovía moho de las paredes.
Cuando miraba la televisión no comprendía nada. Movía una mano tras otra para no dormirse.
A veces en los paseos se olvidaba de sí misma.Peter Handke
Desgracia indeseada
Barcelona, Barral Editores, 1975, p. 70
DE OTROS MUNDOS
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