Isabelle Huppert |
Marcos Ordoñez
ISABELLE HUPPERT
Como diría Jorge Fiestas, “cualquier película con Isabelle Huppert dentro me gusta más”. Hará unos años escribí: “La actriz más audaz de su generación, la menos previsible, la más fría y la más incendiada”. Guardo una entrevista que le hizo Françoise Santucci en “Libération” donde decía: “Hay una única manera de abordar un personaje: tiene que resonar dentro de ti. El problema es que siempre se puede depurar más, y ser obsesiva es bueno para el trabajo pero ensombrece la vida”. Huppert siempre dice cosas interesantes en las entrevistas. Anoté algunas de las que le dijo hace poco, en San Sebastián, a Rocío García: “Yo no encuentro peligro en lo que hago. Peligro sería trabajar con malos directores y papeles sin interés”. O esta: “Donde el espectador sufre, el actor disfruta. Yo nunca sufro trabajando”. Hablando de entrevistas, hay otra estupenda, de Jean-Michel Frodon en la revista “Caimán”. No te pierdas ese número, con un gran monográfico Huppert. Lo que echo de menos es verla más en escena. Solo la he visto tres veces y las tres fueron sacudidas imborrables: “4.48 Psychosis”, de Sarah Kane, dirigida por Claude Régy, en 2002, en Temporada Alta/Teatre de Salt: un escorpión rodeado por un círculo de fuego; “Hedda Gabler”, de Ibsen, dirigida por Eric Lacascade, en el Lliure, en 2005 (reparto flojo, pero a ella no podías quitarle la vista de encima). Y en 2006, “Quartett”, de Müller, en el Odéon, con Ariel García Valdés (¡pareja descomunal!), a las órdenes de Bob Wilson. O sea, que hace diez años que no la veo en teatro.
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