Soñó que era un caballo y comía azúcar en la mano de una mujer desnuda. Trotaba, liviano y feliz, y no podía detenerse. El viento lo empujaba. Ya casi no tocaba la pradera. Principiaba a elevarse. Ahora no era un caballo sino una cometa. Una cometa sin hilo que el viento arrastraba al territorio de las nubes. Ahora no era una cometa sino una nube, repleta, negra, que se desgranaba en lluvia hacia la tierra sedienta. Ahora era lluvia y caía y caía, interminable. Era todas las gotas. Era un millón de gotas cuando despertó.
lunes, 10 de enero de 2011
El caballo
Soñó que era un caballo y comía azúcar en la mano de una mujer desnuda. Trotaba, liviano y feliz, y no podía detenerse. El viento lo empujaba. Ya casi no tocaba la pradera. Principiaba a elevarse. Ahora no era un caballo sino una cometa. Una cometa sin hilo que el viento arrastraba al territorio de las nubes. Ahora no era una cometa sino una nube, repleta, negra, que se desgranaba en lluvia hacia la tierra sedienta. Ahora era lluvia y caía y caía, interminable. Era todas las gotas. Era un millón de gotas cuando despertó.
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