Giséle Pelicot |
EL CASO DOMINIQUE PELICOT
El primer ataque, orquestado por la persona a la que ella definió el día que la llamaron a comisaría como “un tipo genial”, se remonta a septiembre de 2013, según el análisis del material informático: varias tarjetas SIM, una videocámara, una cámara y un disco duro con más de veinte mil fotografías y vídeos. La investigación revela también que al menos 72 hombres pasaron por esa casa de Mazan, un pueblo al suroeste de Francia. Pero solo 51, incluyendo Dominique Pelicot fueron imputados.
El caso salió a la luz hace cuatro años, pero fue en septiembre, al inicio del proceso, cuando se conocieron todos los detalles. Dominique Pelicot había estado ofreciendo a decenas de hombres en una web de citas e intercambio de parejas a su esposa, con la que llevaba 50 años casado. No pedía dinero ni otra remuneración. Solo discreción y poder filmar o fotografiar a aquellos hombres que entraban en su casa de forma periódica para violar a su esposa mientras se encontraba sedada con los tranquilizantes que le administraba escondidos en la comida. Hacían lo que querían con ella, muchos incluso evitaban usar protección, a pesar de tener enfermedades contagiosas como el VIH.
Los perfiles de los 50 acusados —32 en libertad y 18 detenidos— son variados en lo personal y profesional: periodista, obrero, enfermero, jardinero, bombero… Sus vidas, en general, parecen corrientes y adscritas de forma simple al sistema, aunque los años que llevan en la cárcel muchos de ellos hayan oscurecido su aspecto. Los acusados tenían entre 27 y 74 años de edad, la mayoría era de pueblos a no más de una hora de Mazan ―el lugar donde vivían los Pelicot y donde se produjeron las violaciones. El juicio ha dado altavoz a la idea de que el monstruo, a menudo, se esconde en la puerta de al lado. También que la mayoría de agresiones se producen en un ámbito doméstico o que las armas utilizadas son, simplemente, el botiquín de casa.
El monstruo podríamos ser todos, viene a señalar el rumor que emana de las defensas de los acusados. Y ese ha sido, en parte, el clamor de lo que en Francia suele llamarse neofeminismo, una de las varias corrientes que a menudo viven enfrentadas dentro del activismo por la defensa de los derechos de las mujeres. Una idea que sigue dividiendo a un país que, sin embargo, no volverá a ser igual tras este juicio, al que la prensa de todo el mundo (unos 200 medios están presentes en la lectura de la sentencia) puso nombre, apellidos y rostro durante estos cuatro meses.
“Dominique Pelicot, condenado a la pena máxima: 20 años de cárcel por violar, drogar y grabar a su mujer”
El País, 19 de diciembre de 2024
El acusado, Dominique Pélicot, y su abogada, Beatrice Zavarro, en un dibujo realizado en una de las primeras sesiones del juicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario