Dos mujeres Julio González |
Voy a contar una historia que incluye tristeza, incertidumbre y mucha putería.
Esta mañana mi mamá tenía una ecografía en la sede de la Nueva EPS de la Av. 1 con calle 10, cita que esperamos durante un mes. El ascensor estaba dañado y el consultorio quedaba en el 4 piso. La recepcionista me pidió la orden y me dijo: "Súbala como pueda". Así hicimos -Mi mamá es paciente de Alzheimer, también padece espondilolistesis en la columna y debe usar caminador- y al llegar al consultorio me pregunta la asistente:
-¿Y la orden?
-Me la pidió la recepcionista.
-¡Vaya inmediatamente por ella porque así no la podemos atender!
Bajé nuevamente al primer piso y ahí recibí el segundo regaño:
-¿Y para qué me entregó la orden. Acaso usted no sabe que debe presentarla arriba?
-¡Pues porque usted me la pidió!
-Pero ha debido decirme que se la devolviera.
Después de haber sido regañada por no adivinar lo que no tenía porqué saber vino la tercera bombardeada, esta vez de la radióloga y cuando ya había desvestido a mi mamá y tenía la bata puesta.
-¿La 'abuela' orinó? -¿La abuela de quién?- respondió mi mamá.
-No señora.
-¿Y cómo quiere que le tome la ecografía con la vejiga llena?
- Pero yo no sabía eso, permítame la llevo al baño aquí mismo.
-No, ya no puedo esperarla porque hemos perdido mucho tiempo.
-¡Por favor, no nos haga eso. Hemos esperado un mes y llegar aquí no fue nada fácil!
-Vaya al primer piso a que la reprogramen. Siguienteeee.
-Finalmente llegamos al primer piso y la misma energúmena de la recepción me responde que no hay reprogramación. Que debo ir a la oficina de la EPS para que me den otra orden y que vuelva después del 15 de enero.
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