Jhumpa Lahiri
LENGUAS
Mi lengua madre es el bengalí, era lo que hablaba y oía en casa, pero sólo sé escribir mi nombre y lo leo con dificultad. Aunque lo lamento, para mí es una lengua oral. Pero, aunque fui educada en inglés y escribo en él, tampoco me siento identificada con este. Para mí el inglés es como una madrastra con la que me llevo muy bien. Cuando nació mi hijo y le tuve en brazos, le hablé en bengalí porque esa era la lengua para expresarle mi amor, la lengua que escuché cuando era niña. Más tarde, cuando mi hijo fue al colegio, los profesores me pidieron que unificáramos el idioma en el hogar porque su padre, que es de Guatemala, le hablaba en español, yo en bengalí y el crío no decía una palabra. Así que aprendí a ser madre en inglés.
2
Hablo tres con cierto dominio –inglés, bengalí y ahora italiano-, pero no creo que si perdiera alguna sufriera mi identidad. Y con cada una siempre encuentro a personas que asumen que no la hablo. En América, cuando era niña, los profesores preguntaban a mis padres si yo hablaba inglés. En Calcuta, como crecí en América, muchos piensan que no hablo bengalí. Y en Italia asumen que soy extranjera. Eso refuerza mi idea de no pertenecer a ninguna lengua. Me divierte, pero también me frustra.
3
El verano pasado, tras un año en Italia, regresamos a Brooklyn. ¡Me sentí tan desgraciada! Odiaba hablar en inglés y sólo quería regresar a Roma y hablar en mi nueva lengua, como si el italiano fuera mi amante y el inglés, un matrimonio frío y desapasionado. ¿Qué significa eso? En Italia siento una libertad que no he sentido en ninguna parte. En Estados Unidos siempre he sentido que decepcionaba: a mis padres porque no era suficientemente india y a mí misma porque no era suficientemente americana. Pero en Italia no siento presión para ser italiana. No sé cuánto tiempo nos quedaremos, mis hijos echan mucho de menos Estados Unidos, pero ven que soy feliz.
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