Dos párrafos de uno de los numerosos artículos publicados en diversos idiomas bastarían para hacernos una idea de las andanzas de Jeffrey Epstein y de cómo influyen en la justicia las relaciones y el dinero. Aquí y allá, poderoso caballero es don dinero.
"Epstein estuvo fue investigado en 2005 por abusar de una niña de 14 años en su residencia en Palm Beach. En la primavera de 2006, fue arrestado acusado de cuatro cargos por actividades sexuales ilícitas con menores. Al presentar los cargos, la Fiscalía de Nueva York acusó a Epstein de haber explotado a menores “particularmente vulnerables”. Muchas de las niñas tenían dificultades económicas y el hecho de que aceptaran dinero por sexo las convertía en prostitutas. Hecho que el poderoso equipo de abogados del acusado usó para cuestionar la credibilidad de las víctimas.
El caso se dio por cerrado en 2008, cuando el entonces fiscal federal de Miami, Alexander Acosta, negoció con Epstein para que se declarase culpable de haber prostituido a una menor, lo que le permitió eludir los cargos federales que podían suponerle una cadena perpetua. El multimillonario fue incluido en el registro de delincuentes sexuales y pasó 13 meses en prisión, de donde podía salir 12 horas al día seis días a la semana."
Era un multimillonario que presumía de sus poderosas amistades: otros millonarios, políticos como Donald Trump y Bill Clinton o sinvergüenzas de la realeza como el príncipe Andrés, a quien su madrecita la reina Isabel le perdona todo. Quería hacer de su ADN la semilla genética del mundo y soñaba con mantener veinte mujeres embarazadas al mismo tiempo en un rancho de tres mil metros cuadrados en las afueras de Santa Fe, Nuevo México. Su jet privado, por obvias razones, se le conocía como Lolita Express. Jeffrey Epstein vivía a lo grande entre una mansión en el Upper East Side (Nueva York), otra en Palm Beach (Florida) y una isla privada en el Caribe y terminó sus días entre cucarachas y roedores como el recluso 76318-054 del Centro Correccional Metropolitano del sur de Manhattan: un pestilente agujero de seis metros cuadrados, oscuro y húmedo. Detenido una vez más por tráfico sexual y conspiración y ante la perspectiva de casi medio siglo de cárcel, se suicidó a los 66 años.
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