Fotografía de Triunfo Arciniegas Medellín, 2019 |
Triunfo Arciniegas
CONDENADO
Bogotá, 12 de septiembre de 2019
Soñé qué me habían condenado a cuatro meses de cárcel pero podía salir todos los días a despachar mis asuntos. Como en la novela de Kafka, nunca supe cuál había sido mi delito. Las noches en la cárcel eran tan malas que uno pasaba el día como un zombi y con los ojos rojos. Había casas y pasadizos secretos, con alimentos camuflados y algunas comodidades. Algunos presos habían descubierto la manera de salir a la calle a cualquier hora, con unas capas que los volvían invisibles. La mayoría de los reclusos eran mujeres y casi siempre estábamos tendidos en el piso, entretenidos en extraños manoseos. Una mujer dijo que ella era de quien le tocara dos veces la espalda.
En realidad, he regresado de Medellín un tanto perturbado por la desnudez de las mujeres. Cada vez usan menos ropa en la ciudad de la eterna primavera. Una bellísima cosecha de mujeres, por cierto. Una eterna cosecha. Mujeres que ni siquiera habían nacido cuando fui por primera vez, enloquecen sus calles y provocan delirios en este pobre bebedor de relámpagos.
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