Lluvia Ilustración de Paco Martos |
Banana Yoshimoto
UN ESPACIO DEMASIADO GRANDE
Yo siempre había estado convencida de que no ocupaba un espacio demasiado grande en el mundo. Cuando alguien se va, todos, tarde o temprano, acaban por acostumbrarse. Eso es así, sin duda alguna.
Pero cuando me imaginaba a las personas a las que yo amaba viviendo en un mundo sin mí, se me saltaban las lágrimas.
No sé por qué, pero me parecía que ese mundo del que habrían arrancado mi persona era muy triste. Ese espacio que uno ocupa, siquiera un breve periodo, y aunque antes o después todos los personajes deban desaparecer en los confines del tiempo, resplandece como algo sumamente valioso.
Me resultaba tan preciado como los árboles, la luz del sol o los gatos con que me topaba por el camino.
Miré una y otra vez al cielo, absorta en esos pensamientos. «Estoy aquí, ahora, con mi cuerpo, mirando al cielo. Éste es mi espacio.»
Absorta en esa vida a la que mi cuerpo sólo daría cobijo una vez, bella como el crepúsculo que resplandecía a lo lejos.
Banana Yoshimoto
Recuerdos de un callejón sin salida
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