EL COMIENZO DE TOKIO BLUES
Haruki MurakamiEl comienzo de Tokio blues, otra de mis novelas, lo escribí sentado a la mesa de varias cafeterías, en el asiento de un ferry, en la sala de espera de un aeropuerto, a la sombra de un árbol, en un parque y en habitaciones de hoteles baratos de distintos lugares de Grecia. Como no podía llevar siempre conmigo esas hojas de papel específicas para escribir en japonés, donde caben cuatrocientos caracteres, escribía en un cuaderno barato que había comprado en una papelería de Roma y apretaba la letra cuánto podía para aprovechar el espacio con mi bolígrafo marca Bic. Me resultó muy difícil: el ruido a mi alrededor me desconcentraba, la mesa donde trabajaba estaba coja, en una ocasión se me cayó el café encima del cuaderno sin querer, y en otra, mientras corregía a medianoche, en la habitación de al lado, separada solo por un tabique muy fino, escuchaba el alboroto y los jadeos de una pareja. Visto ahora puede parecer incluso un episodio gracioso, pero en aquel momento me sentía hundido. No encontraba un lugar fijo dónde instalarme y me moví mucho por Europa hasta terminar de escribir la novela. Aún conservo aquel cuaderno grueso con manchas de café, y de otras cosas que no sé identificar.
De qué hablo cuando hablo de escribir
Tusquets Editores, Barcelona, 2017, p. 164
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