Pinocho Ilustracion de Roberto Innocenti |
Triunfo Arciniegas
UNA FELICIDAD
Cúcuta, 8 de septiembre de 2017
En las madrugadas, mientras subo las entradas de los blogs, experimento una pequeña felicidad que se desvanece en cuestión de horas y a menudo ni siquiera alcanza el mediodía. De todas maneras, aunque intenso y absorbente, es un trabajo regocijante. Siempre he padecido el ansia de saber y descubrir.
Parece que los blogs son la única cosa que funciona en mi vida ciento por ciento. Todo lo demás sigue a medias o abandonado.
Hoy, por ejemplos, hice entradas en once blogs. Y en algunos, más de una entrada. En De otros mundos, donde más publico, hice ocho entradas: cuatro van hoy y las otras al 2006 porque son antiguas. Véase Jonathan Littell. Su grandiosa novela, Las benévolas, Premio Goncourt 2006, se publicó en español a finales de 2007. En estos diez años, Jonathan Littell, un escritor muy esquivo, no ha publicado nada que se aproxime a tal grandeza. El año pasado dirigió una película, Wrong Elements. A medida que avanzo en la dura y devastadora lectura de Las benévolas, subo líneas y párrafos a "Casa de citas".
En Dragon, mi blog en inglés, hice tres entradas: dos reseñas de Mother, la película de Darren Aronofsky estrenada en el Festival de Venecia y protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Barden, y una entrevista de John Littell. Esta entrevista puede leerse hoy en español en De otros mundos.
Por último, subí tres fábulas de Esopo a Mester de brevería, porque estoy un poco retrasado con este blog: "El águila y el escarabajo", "El águila, el cuervo y el pastor" y "El águila y los gallos". Las repartí entre agosto y septiembre.
Haciendo cuentas, hoy subí veintidós entradas en once blogs. La cifra es una barbaridad, un verdadero record. En realidad, se trata de un trabajo que no puede hacerse en un solo día.
Hoy, por ejemplos, hice entradas en once blogs. Y en algunos, más de una entrada. En De otros mundos, donde más publico, hice ocho entradas: cuatro van hoy y las otras al 2006 porque son antiguas. Véase Jonathan Littell. Su grandiosa novela, Las benévolas, Premio Goncourt 2006, se publicó en español a finales de 2007. En estos diez años, Jonathan Littell, un escritor muy esquivo, no ha publicado nada que se aproxime a tal grandeza. El año pasado dirigió una película, Wrong Elements. A medida que avanzo en la dura y devastadora lectura de Las benévolas, subo líneas y párrafos a "Casa de citas".
En Dragon, mi blog en inglés, hice tres entradas: dos reseñas de Mother, la película de Darren Aronofsky estrenada en el Festival de Venecia y protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Barden, y una entrevista de John Littell. Esta entrevista puede leerse hoy en español en De otros mundos.
Por último, subí tres fábulas de Esopo a Mester de brevería, porque estoy un poco retrasado con este blog: "El águila y el escarabajo", "El águila, el cuervo y el pastor" y "El águila y los gallos". Las repartí entre agosto y septiembre.
Haciendo cuentas, hoy subí veintidós entradas en once blogs. La cifra es una barbaridad, un verdadero record. En realidad, se trata de un trabajo que no puede hacerse en un solo día.
En estos últimos cinco días estuve entretenido con John Ashbery, que falleció a sus noventa años, y
con Emmanuel Carrère, ganador del Premio Fil de Literatura 2017. Incluso subí la biografía de Carrère. Creo que preparé más de veinte entradas sobre el poeta y el
novelista.
Ahora,
debido a que estrena dos películas en el Festival de Venecia, estoy con Javier Bardem, uno de los grandes actores de nuestro tiempo: Loving Pablo Escobar, con
Penélope Cruz, y Mother, con Jennifer
Lawrence. De la primera película voy directamente a Escobar, personaje siniestro. Tengo algunas
entradas preparadas.
Hay otra línea que quiero recuperar, Jonathan Littell, autor de Las benévolas. Y tengo otras dos líneas en espera: Joyce Carol Oates y Andrea Camilleri. ¿Y Sándor Márai? Como Jeanne Moreau y Sam Shepard murieron casi al mismo tiempo, se me quedó en el tintero el homenaje a la Moreau.
Pero internet es picoteo, así que voy a los libros. El otro día dije que Borges se había equivocado al considerar la biblioteca como el paraíso. Exaltado por el descubrimiento, pregoné que el paraíso era Neflix. Cuatro o cinco meses después, acepto con humildad que Borges tenía razón. Por suerte, después de este extravío, juro que libro mata Neflix.
Pero internet es picoteo, así que voy a los libros. El otro día dije que Borges se había equivocado al considerar la biblioteca como el paraíso. Exaltado por el descubrimiento, pregoné que el paraíso era Neflix. Cuatro o cinco meses después, acepto con humildad que Borges tenía razón. Por suerte, después de este extravío, juro que libro mata Neflix.
No todo está perdido: leo. Terminé Pinocho. Lo había leído dos veces hace unos veinte años, primero en casa y luego con el tercer grado de la escuela de niñas El Escorial. En la primera lectura me encantó, y en la segunda me deslumbró. Ahora sólo he confirmado las virtudes del libro. Lástima ese moralismo de Collodi. A los personajes sólo les suceden las malas cosas por desobediencia. Si se eliminaran estas líneas moralizantes, el libro sería una absoluta maravilla. Es disparatado, divertido, veloz e intenso. Pinocho muere y resucita, cambia de pies, se transforma en burro o recorre el interior de un pez como si nada. No es un personaje malvado sino ingenuo, travieso pero amoroso. Se extravía pero jamás olvida sus grandes amores, el hada y el padre. Un personaje memorable y las múltiples ediciones del libro en todo el mundo rinden testimonio.
Leo las cinco mil páginas de Canción de Hielo y Fuego. Después del título que inaugura la saga, Juego de tronos, seguí con Choque de reyes: ya llevo cuatrocientas páginas. Hace unos días compré el tercero, Tormenta de espadas. George R.R. Martin ha publicado hasta el momento cinco títulos y trabaja en el sexto desde el 2011. Cada año anuncia su publicación para el próximo. Se toma su tiempo y con toda razón. Escribe bien, es un narrador nato que domina con maestría las técnicas cinematográficas. Hasta el momento no he leído un solo capítulo malo. En todos logra una maravillosa intensidad. Dedica el capítulo a un personaje y lo sigue desde el primer párrafo hasta el último, adelantando al mismo tiempo las historias de los personajes que lo rodean y atento a la trama general. A pesar de su monstruoso paginaje y la incontable cantidad de personajes, Canción de Hielo y Fuego es una perfecta unidad.
Leo como un drogadicto, para evadirme, para apartarme de las miserias de la vida. No vivo las pasiones de la gente: la cocaína o la marihuana, el licor, la religión o el fútbol. Tengo los libros.
Llovió casi toda la noche.
Llovió casi toda la noche.
2 comentarios:
Mis respetos.
Para mí es una felicidad, duradera, he de decirlo, andar por sus blogs, y recibir, bellamente escogidos, los fragmentos de sus muchas y maravillosas lecturas..
Gracias...cuenta usted con una devota lectora,y si los demás no aprecian como es debido su arduo y poético trabajo, sepa usted que mi entusiasmo es tan grande,que casi, casi es suficiente..
Triunfo: No imaginas cómo me encanta este trabajo y el bien que me hace leer todas estas joyas. Gracias mil y mi respeto junto con mi admiración.
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