sábado, 22 de marzo de 2014

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Antón Chéjov

Vladimir Nabovok
ANTÓN CHÉJOV

Nabokov consideraba que el léxico de Chéjov era pobre y su combinación de palabras casi trivial; el paisaje artístico, el verbo jugoso, el adjetivo de invernadero, el epíteto de crema de menta servido en bandeja de plata, todo eso le era ajeno. Chejov no fue un inventor verbal, como sí lo fue Gógol; su estilo literario acude a las fiestas en traje de diario. Tampoco estaba preocupado, como Turguéniev, por la raya del pantalón de la frase. Sin embargo, Chéjov conseguía dar una impresión de belleza artística muy superior a la de muchos escritores que creían saber lo que es la prosa rica y bella. Lo hacía manteniendo todas sus palabras a la misma luz moderada y con el mismo tinte exacto de gris, un tinte que está a medio camino entre el color de una empalizada vieja y el de una nube baja. La variedad de sus atmósferas, el centelleo de su ingenio arrebatador, la economía profundamente artística de sus caracterizaciones, el detalle vívido y el “desdibujarse” de la vida humana, todos los rasgos chejovianos típicos, ganan con estar saturados y envueltos de una borrosidad verbal levemente iridiscente.

Nabokov, Vladimir Nabokov, Curso de literatura rusa, op. cit., pp. 446-447.
Alice Munro / El dominio del cuento

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Biografía de Antón Chéjov



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